Este jueves se ha comunicado su decisión ante una construcción incorporada al diccionario académico desde 1992 y definida como “disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico”.
Según ha explicado FundéuRAE, los motivos de su elección han sido “su importante presencia en los medios de comunicación durante estos últimos doce meses, así como en el debate social, debido a los diversos avances desarrollados en este ámbito y las consecuencias éticas derivadas” como sería la posible sustitución de ciertos profesionales tras su aplicación en algunos ámbitos.
“El análisis de datos, la ciberseguridad, las finanzas o la lingüística son algunas de las áreas que se benefician de la inteligencia artificial, concepto que ha pasado de ser una tecnología reservada a los especialistas a acompañar a la ciudadanía en su vida cotidiana”
añade la justificación recogida en la nota de prensa.
Desde el punto de vista lingüístico, la FundéuRAE ha seleccionado esta construcción como su palabra del año “por las dudas que ha generado su escritura”. De hecho, señala su comunicado, uno de los desafíos que implica la inteligencia artificial es “enseñar a las máquinas cómo emplear adecuadamente el español y conservar la unidad del idioma que comparten más de 500 millones de personas”.
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